¿Qué es el sistema óseo?
El sistema óseo, conocido también como esqueleto humano, es el sistema de órganos del cuerpo humano que constituye el esqueleto, es decir, es aquel que está formado por todos los huesos de nuestro cuerpo, incluyendo el cartílago, las articulaciones y los ligamentos que los mantienen todos unidos.
Podríamos decir que el sistema óseo es el andamio sobre el cual se construye nuestro cuerpo y adquiere la forma que tiene. Este sistema está en íntima relación con el sistema muscular y con el sistema nervioso, ya que la interacción de los tres nos ayuda a movernos y desplazarnos constantemente.
Los huesos son tejidos vivos, muy activos y dinámicos, que están constantemente formándose y deshaciéndose. Son muy fuertes y resistentes, pues están recubiertos por una capa mineralizada que los ayuda a endurecerse.
Están formados por distintos tipos de células que se especializan en tareas diferentes: las células osteoprogenitoras, los osteoblastos, los osteocitos y los osteoclastos. Las últimas tres son las que se encargan de modelar los huesos, mientras que las primeras son células precursoras.
Hay muchos huesos en nuestro cuerpo, más de 200, y entre ellos son muy importantes los de la cabeza, que protegen el cerebro; los del pecho, que protegen el corazón; los de la columna, que protegen la médula espinal; y los de las extremidades, que forman nuestros brazos y piernas.
Funciones del sistema óseo
Las funciones principales del sistema óseo son:
– Le da una estructura de soporte a nuestro cuerpo, sin los huesos probablemente tendríamos un aspecto gelatinoso o luciríamos como un gusano aplastado, formado únicamente por piel, músculos y órganos blandos.
– Le da a nuestro cuerpo la forma que tiene: nuestra estatura, el largo de nuestros brazos, el tamaño de nuestra cabeza y el ancho de nuestras caderas, por ejemplo, dependen en gran medida de los huesos que conforman estas estructuras.
– Los huesos son los sitios de inserción de los músculos esqueléticos.
– Nos permite, junto con los sistemas muscular y nervioso, realizar movimientos, desplazarnos de un lugar a otro, comer, jugar, bailar, correr, etc.
– Protege nuestros órganos más importantes: el cerebro y la médula espinal (del sistema nervioso central), el corazón (del sistema circulatorio) y los pulmones (del aparato respiratorio).
– Participa en el mantenimiento de la homeostasis corporal del calcio y el fosfato, pues es uno de los principales sitios de almacenamiento de estos compuestos (los huesos contienen 99% del calcio total de nuestro cuerpo).
– Algunos huesos del sistema óseo se encargan de la producción de las células sanguíneas, lo que es crucial tanto desde el punto de vista respiratorio como inmunológico, que están directamente relacionados con los glóbulos rojos y blancos, respectivamente.
Principales huesos del cuerpo humano
Todos nuestros huesos son muy importantes para nuestro cuerpo, pues cada uno cumple funciones y tareas especiales que no siempre pueden ser reemplazadas. A continuación algunos ejemplos:
Cráneo
El cráneo es la estructura ósea que le da forma a nuestra cabeza y que encierra nuestro cerebro y lo protege, sostiene nuestros ojos, comprende la cavidad nasal y oral, así como el espacio de los oídos. Está formado por 8 huesos:
- Hueso frontal.
- Huesos parietales (2).
- Huesos temporales (2).
- Hueso occipital.
- Hueso esfenoides.
- Hueso etmoides.
Columna vertebral
La columna vertebral protege la médula espinal, que se compone principalmente de las fibras nerviosas derivadas del sistema nervioso central. Además de proteger esta estructura, la columna vertebral forma parte de nuestra espalda y nos ayuda a unir las costillas y gran cantidad de músculos.
Está formada por 33 vértebras en la niñez y 26 en la edad adulta. En la edad adulta, las vértebras del coxis y de la región sacro-coxial se unen y forma un solo hueso cada uno.
- Vértebras cervicales (7).
- Vértebras dorsales o torácicas (12).
- Vértebras lumbares (5).
- Sacro o vértebras sacras (5)
- Coxis (4 vértebras).
Clavícula
Es un hueso perteneciente al esqueleto apendicular, específicamente a la cintura escapular, que es el par de huesos que une a nuestros brazos con el tórax. Tiene una forma de “S” característica.
Húmero
El húmero es el hueso que forma cada uno de nuestros brazos, es un hueso largo y duro. Por un lado se une a la cintura escapular y por el otro a los huesos del antebrazo.
Fémur
Es el hueso más largo, fuerte y grande de nuestro cuerpo. Está en nuestras piernas, concretamente en los muslos. Por un lado se une a la pelvis y por el otro con la tibia, el hueso de la pierna.
Partes de los huesos
El cuerpo de un ser humano adulto tiene unos 206 huesos en total. La mayor parte de estos huesos son rígidos y fuertes, pero el sistema óseo también tiene unas estructuras más flexibles compuestas por cartílago como la nariz, las orejas y parte de la tráquea.
Además de los huesos y el cartílago, el sistema óseo comprende dos estructuras fundamentales: las articulaciones y los ligamentos.
Las articulaciones son los sitios de unión entre dos huesos que permiten, no solo la unión, sino también el movimiento de un hueso respecto a otro, es decir, la articulación de dos huesos.
Hay distintos tipos de articulaciones en el esqueleto y muchas de estas se fijan a los huesos que articulan gracias a unas fibras de tejido conectivo compuestas de colágeno, las cuales se conocen como tendones. Los tendones impiden que los huesos se desplacen sobre las articulaciones, es decir, son estructuras de sujeción.
Estructura de los huesos
Los huesos más largos de nuestro cuerpo, como el húmero de nuestros brazos, por ejemplo, tienen dos partes llamadas diáfisis y epífisis. La diáfisis es la parte más larga, mientras que las epífisis corresponden a los extremos, es decir, a las porciones más distales, donde se establecen las articulaciones.
Muchos autores también señalan una región intermedia entre la diáfisis y la epífisis que se conoce como metáfisis.
La diáfisis forma en su interior una cavidad hueca que se conoce como cavidad medular, en donde se aloja la médula ósea (también llamada médula ósea amarilla), que es el tejido hematopoyético encargado de la formación de las células que circulan en el torrente sanguíneo: los glóbulos rojos y los glóbulos blancos.
La diáfisis está formada por una pared de hueso que es denso y muy compacto, lo que quiere decir que es muy duro, el hueso compacto.
Las epífisis, por otra parte, no son estructuras huecas como la diáfisis, sino que tienen en su interior un hueso que se conoce como hueso esponjoso, entre cuyos espacios se encuentra una médula ósea similar a la de la diáfisis, pero que se conoce como médula ósea roja.
Endostio y periostio
La cavidad medular, por su parte, posee un revestimiento membranoso muy delgado conocido como endostio, que corresponde al sitio donde el hueso crece, donde es reparado y remodelado.
La superficie externa, en cambio, se conoce como periostio y es la capa donde se encuentran los vasos sanguíneos, los nervios y los vasos linfáticos que controlan los procesos fisiológicos del hueso y lo nutren y oxigenan.
El periostio cubre casi toda la superficie del hueso, a excepción de la región de las epífisis que está en contacto con otros huesos a través de las articulaciones. En dichas zonas, las epífisis están recubiertas con una capa de cartílago articular.
Estructura de otros huesos
No todos los huesos tienen la misma estructura que los huesos largos como el húmero (en los brazos) o el fémur (en las piernas). Los huesos planos, como los que forman nuestro cráneo, por ejemplo, están formados por una capa de hueso esponjoso cubierta en ambas superficies por una capa de hueso compacto, como si fuese un emparedado.
Partes del sistema óseo
Aunque es uno solo, el sistema óseo suele estudiarse en dos segmentos o partes bien definidas, conocidas como el esqueleto axial y esqueleto apendicular. Estas partes, como veremos a continuación, cumplen funciones muy especiales y están compuestas por huesos diferentes.
Esqueleto axial
Es la parte del sistema óseo que se encarga principalmente de la protección de los órganos vitales. Está formada por unos 80 huesos que se distribuyen en tres regiones: la cabeza, la columna vertebral y el tórax.
Los huesos del esqueleto axial protegen el cerebro y la médula ósea, que forman el sistema nervioso central; pero también protegen al corazón y a los pulmones, dos órganos esenciales para nuestra vida que forman parte central de los sistemas circulatorio y respiratorio.
La cabeza
En la región de la cabeza se aloja no solo el cerebro, sino también otras estructuras como los ojos, la lengua, los dientes, las mandíbulas y la boca, la cavidad timpánica y la nasal. Por lo tanto, esta estructura se separa en:
- El cráneo: que está formado por 8 huesos y aloja el cerebro, proporcionando, además, los sitios de fijación para los músculos de la cabeza y el cuello.
- La cara: tiene 14 huesos en total, que están muy relacionados con los órganos sensoriales como la vista, el olfato y el gusto.
- El oído: los huesos auditivos del oído medio son 3 (martillo, yunque y estribo) y se encuentran en la cavidad timpánica, en la cabeza.
La columna vertebral
La columna vertebral protege la médula ósea. Esta parte del esqueleto axial, además, soporta el peso de la cabeza y proporciona sitios de fijación para las costillas y los músculos del cuello y la espalda.
La columna vertebral está compuesta por 26 huesos, de los cuales 24 son vértebras y los otros dos corresponden al hueso sacro y al coxis, en la región caudal de nuestro cuerpo.
El tórax
El esqueleto axial forma también la cavidad torácica, que es la que forma nuestro pecho. El esternón y las costillas protegen al corazón y a los pulmones y suman, en total, 25 huesos.
Además de esta función de protección, esta parte del esqueleto axial sirve para el soporte de otras porciones del esqueleto apendicular, sirven para la fijación del diafragma, de los músculos de la espalda, del cuello, de los hombros y del pecho.
Esqueleto apendicular
El esqueleto apendicular no necesariamente se considera por sus funciones de protección, sino más bien por sus funciones de movimiento y locomoción, ya que es la parte del sistema óseo que comprende los apéndices o las extremidades, es decir, los brazos, las manos, las piernas y los pies.
Estos huesos se articulan unos con otros a través de gran cantidad de ligamentos, cartílagos y tendones, y entre ellos están los huesos más largos y duros de nuestro cuerpo.
Extremidades superiores y cintura escapular
Los huesos del esqueleto apendicular que forman las extremidades superiores se fijan al esqueleto axial en la parte superior del tronco, gracias a las cinturas escapulares derecha e izquierda.
Tenemos dos extremidades superiores, una derecha y otra izquierda, cada una formada por un brazo, un antebrazo y una mano con 5 dedos. Ambas extremidades y cinturas escapulares suman 62 huesos, que son:
Cintura escapular
- Clavícula (hueso con forma de “S”)
- Escápula (hueso plato de forma triangular)
Brazo
- Húmero
Antebrazo
- Radio
- Cúbito
Muñeca
- Escafoides
- Semilunar
- Triquetral
- Pisiforme
- Trapecio
- Grande
- Hamato o ganchoso
Mano
- Metacarpianos (5)
- Falanges (son 14, proximales, intermedias y distales)
Extremidades inferiores y de la cintura pélvica
Los huesos del esqueleto apendicular que forman las extremidades inferiores se fijan al esqueleto axial en la parte inferior del tronco gracias a la cintura pélvica.
Tenemos dos extremidades inferiores, una derecha y otra izquierda, cada una formada por un muslo, una pierna y un pie, cada uno con 5 dedos. Ambas extremidades y cinturas escapulares suman 62 huesos, que son:
Cintura pélvica (cadera, hueso coxal)
- Ilion
- Isquion
- Pubis
Muslo
- Fémur (el hueso más largo del cuerpo humano: su cabeza encaja en una región de la cadera y su porción más distal conecta con la rodilla)
Pierna
- Tibia
- Fíbula
Huesos tarsales (de la parte posterior de cada pie)
- Talas
- Calcáneo
- Cuboides
- Cuneiforme medial, intermedio y lateral
- Navicular
Pie
- Metatarsianos (5)
- Falanges (son 14, proximales, intermedias y distales)
A esta porción del esqueleto apendicular también pertenece otro hueso, la patela, que protege la articulación de la rodilla y a los sitios de unión para los ligamentos que permiten la extensión de esta.
Funcionamiento del sistema óseo
El sistema óseo soporta el peso del cuerpo y contribuye a la forma, la movilidad y la postura de este, además de las funciones homeostáticas y hematopoyéticas. Sin embargo, esto no es una propiedad única de los huesos individuales, sino del propio sistema como un todo.
La unión de los huesos a través de los ligamentos y las articulaciones permite que se forme nuestro esqueleto y se mantenga la cohesión entre sus piezas. Esto es imprescindible para que podamos, con ayuda de nuestro sistema muscular y nervioso, realizar todo tipo de movimientos y acciones durante nuestra vida.
Las articulaciones, el cartílago y los tendones, además de unir a los huesos entre sí, funcionan en la amortiguación del peso y en la flexibilidad de los movimientos.
Los músculos están conectados con los huesos y se contraen, permitiendo el movimiento de uno respecto al otro, gracias a la acción del sistema nervioso central. Por otra parte, la sangre que irriga el tejido óseo entrega oxígeno y nutrientes a sus células y recibe iones de calcio y células del linaje hematopoyético cuando es propicio.
Enfermedades
Distintas enfermedades se relacionan con el sistema óseo:
- Cáncer: desarrollo de tumores y otros.
- Osteoporosis (pérdida de masa ósea).
- Fracturas.
- Osteoartritis, relacionada con defectos en las articulaciones debidas a debilitamiento o ruptura de las articulaciones cartilaginosas.
- Desórdenes crónicos como la enfermedad de Paget, que provoca un crecimiento excesivo y amorfo de los huesos.
Referencias
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